Científicos australianos trabajan para tratar de implantar esta bacteria en vacas y ovejas ya que, según Athol Klieve, uno de los encargados de este programa desarrollado por el Gobierno del Estado de Queensland, “el 14% de las emisiones” australianas proceden del ganado ovino y bovino.
La responsabilidad de ovejas y vacas es aún mayor en países como Nueva Zelanda, “donde la ganadería está más desarrollada” y el nivel de sus emisiones “alcanza un 50%”.
“En otros países, como Nueva Zelanda, donde la ganadería está más desarrollada, el nivel alcanza un 50%”, declaró.
Los científicos afirmaron asimismo que esta bacteria permitía una digestión más eficaz de los alimentos y podría suponer un ahorro potencial de varios millones de dólares en costo alimentario para los ganaderos.
No solamente los animales dejarán de emitir metano, sino que obtendrán de
un 10 a un 15% de energía suplementaria con lo que comen, señaló el científico.
Los trabajos están en una etapa aún balbuceante: el aislamiento de esa bacteria debería llevar unos tres años antes de poder empezar a elaborar una técnica para trasplantarla a vacas y ovejas.
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